Haruki Murakami, el eterno aspirante al Premio Nobel

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El laureado escritor celebra su 70 cumpleaños con una nueva obra mientras espera el reconocimiento del Premio Nobel.
Pese a que inició de manera tardía su carrera como escritor, a los 30 años de edad, Haruki Murakami ha sido uno de los autores más destacados de los últimos años, como se puede observar en las diversas nominaciones al Premio Nobel de Literatura. Su fama mundial, uno de sus grandes hándicaps Tras su primera nominación en el año 2010, el escritor japonés se encuentra envuelto en una carrera por la consecución de un premio que parece no llegar nunca. Tras haber escrito obras de gran repercusión, tales como Kafka en la Orilla o El pájaro que da cuerda al mundo, que le sirvieron para ganarse al público europeo, el autor ha publicado recientemente la segunda entrega de su última obra, La muerte del comentador. Con una trayectoria que, cada vez más, comienza a asemejarse a la de Yukio Mishima, otro de los eternos candidatos al Premio Nobel, la industria literaria se encuentra dividida en torno a la decisión de la Academia. Uno de los motivos que parecen estar retrasando este galardón puede ser la fama con la que cuenta el escritor. Especialmente en Europa, donde cada uno de sus libros forman parte de la lista de los más vendidos de manera inmediata, la Academia Sueca parece no ser partidaria de distinguir a autores con tanta repercusión mediática dentro del ámbito literario, como ya ocurrió, por ejemplo, con reconocidos nombres como los de Milan Kundera o Umberto Eco, por ejemplo. El Nuevo Premio de Literatura tampoco es un consuelo Más conocido como el Premio Nobel Alternativo de Literatura, este galardón se creó recientemente como consecuencia de la decisión de la Academia Sueca de declarar desierto el Premio Nobel de Literatura de 2018 debido a un escándalo de delitos sexuales. De esta manera, fue Alexandra Pascalidou, su fundadora, quién decidió crear un premio alternativo e independiente, con el que seguir apoyando y distinguiendo a la literatura. Esta Nueva Academia sí que reconoció la figura del escritor japonés y su impacto en la literatura, sin embargo, fue él mismo el que solicitó la retirada de su nombre de entre los finalistas, pues prefería seguir centrado en, únicamente, escribir.